Entre lo punzante y lo mullido

Revista Leche : Año 1 nº 10


No debe existir lugar más apropiado para la presentación de un libro que una biblioteca popular. Al menos, suena lógico. Como en toda presentación literaria que se hace en Roca, Cecilia Boggio es la encargada de desnudar al escrito en cuestión, con un breve y completo análisis. En este caso, la involuntaria nudista es la roquense Silvia Castro, quien presenta su libro de poesía “La Selva Fría”.


Leche entrevistó a la polifacética escritora que actualmente vive en Buenos Aires donde también es fotógrafa, bibliotecaria y maestra de lengua.

El trabajo con pibes de conventillos y casas tomadas es un desafío enorme. Eso me gusta porque los artistas somos medio volados y tener sentido de realidad me parece que nos baja a tierra. Cuando se trabaja en arte creo que es necesario enriquecerse con lo que pincha.

En el libro hablás de lo mullido y pinchudo. ¿Qué significado tienen en tu obra?

Son dos ejes muy importantes de La selva Fría. El tema de lo punzante es para mí algo que por lo general uno oculta y trata de transformar. Hacer que lo punzante de uno mismo y de la realiad, algo que valga la pena ser vivido y que no sea un estorbo o una cosa que te complica la vida.

Hacernos cargo de nuestros propios pinches.

Claro, transformarlos. El arte transforma los pinches en algo mullido. Las agujas del pehuén y la lana del ganado que va y viene con los mapuches en la veranada, son dos elementos que juegan en el texto para reforzar esa idea.

En la presentación hablabas de cierto lenguaje simple e informativo en los textos. ¿Cómo se logra eso?

A mí no me gusta mucho la idea del ornamento ni la decoración en el arte, por eso los textos están redactados sin lirismo. Estoy medio peleada con la lírica, dentro de lo que es mi opción estética trato de correrme del “más de lo mismo”. La idea es no usar palabras raras, prefiero usar pocas palabras y comunes. Trato de utilizar un repertorio mínimo de palabras que generen un universo de significados lo más grande posible y así tejer una red económica de sentidos. Esa brevedad que se ve en este libro me llevó dos años para armarla. Es como cuando vos vas sacando un montón de significados que son secundarios y dejás solamente un extracto. Ese extracto después le sirve al lector para producir muchos significados dentro de un proceso libre. Pienso que el texto es independiente de tu voluntad, el artista cree que puede llegar al final del objeto con el cual está interactuando. A veces perdés de vista ese intercambio que se da, no es sólo una manipulación del objeto, es casi un sujeto que está interactuando con vos.

Hace doce años que Silvia vive en Buenos Aires y a pesar del tiempo y la distancia siempre está volviendo.

Hay un eje en el libro que es el nomadismo, es decir, tener raíces pero igualmente estar en movimiento. Yo soy como una tierra patagónica que anda, voy y vengo todo el tiempo. En Buenos Aires, es lo mismo, no parás de moverte, no tenés lugar fijo. En tu cueva, en el lugar al que vas a dormir, no estás nunca porque tu lugar es varios lugares a lo largo del día.

Al comienzo de la entrevista Silvia nos muestra un trabajo del año 2002 que fue concebido como pieza única. Dentro de una cajita de madera hay más de 20 tarjetas con distintos anagramas que construyó con su propios nombre y explica:

Los anagramas son una práctica muy antigua y en mi caso tienen que ver con un hecho visual. Acá, están todas las letras de mi nombre recombinadas en una pizarra, no sobra ni falta ninguna.

Dice Alberto Muñoz (su maestro) que los nombres que tienen tantas posibilidades combinatorias son personas muy débiles, y las personas fuertes tienen nombres difíciles de combinar.

Debilidad en el sentido de que te podés flexibilizar como la caña, que se dobla y después vuelve a su lugar. En ese tiempo también encontré otros nombres interesantes como el de un músico de Buenos Aires del que salieron abrumadoras cantidades de anagramas musicales. Fue muy loca esa etapa porque no paraba de hacerlos, conocía a una persona y le preguntaba cuál era su nombre completo. Fue como una actividad esotérica.

Uno de los anagramas conforma la frase “Silvia Algo Castor” Esa Silvia con Algo de Castor ¿Es la misma que Silvia Olga Castro?

Yo soy yo, y también, soy ellas.

No hay comentarios: