A Patricio Emilio Torne y
Hugo García Saritzu,
sobrevivientes.
cuesta hacer pie
la montaña cae
Rolling Stones
y gritos sin público
los pescadores callan
una canción no cuenta nada
a nadie
los niños saltan para ver más allá
el mar es una cama elástica
un ta te ti
de cruces
sin círculos
todos perdieron
el cuerpo
aquí
el viento devuelve los cuerpos
voces de arena
charqui salado
la ruta lateral
abre y cierra
montaña y mar
una delgada franja azul
como una caja de música
suena y no suena
se ve
y no
*
un campo de concentración no es un lugar
es todo lo que se puede morir estando vivo
todo lo que se puede vivir estando muerto
uno podría hablar sólo de pies
de gatos
que ven apenas
la parte de abajo del amo
de un animal que no aprendió a trepar
los muertos habitan el lado subterráneo
de los dueños
la tierra es de otros
en Pisagua
sólo se está enterrado
un reloj roto en una caleta
las rocas detienen el tiempo
Rolling Stones
aquí no se envejece
la muerte es prematura
en su incubadora
la muerte aprende a gritar
no se salva de sí misma
sigue creciendo
con buenos padres
si un muerto va a la memoria
quitarlo de ahí
no respirar del grano que la arena exhala
que se cierre como un puño
el huevo del revés
dispongan los ranchos
el calor que deba hacer
y el calor que no deba
que no se pasen los vivos de hervor
y que los peces den
de comer a sus hijos
la achura a la llanura
la carne a las macetas
al caldo las carcazas
la achira al violeta al rojo al berbiquí
viveros de lo que no vive
en el esternón centrífugo
en el desenfoque acantilado
en la galga detenida de la flor
*
no hay frutos jugosos en los árboles
ni reflejo en los cristales
el derrame de la leche destetada
enceguece las hambres
en el hueco de la nuez
se besan el polvo y el hueso
las frutas se ocultan en sus cuevas
hasta que estallan el óxido y la oruga
como un mármol blando
es preciso acostar un galgo sobre cada
uno
devolver a cada extremidad su péndulo
estirar el músculo enganchado en la púa
buscar al otro igual que está debajo
como a la otra media del par
ya libre la paciencia sin alambres
la furia sin alambres
tensa la tripa para poder tañer
sea la superficie liebre huidiza
playa de canela y clavo de olor
un envase perfecto para hacer conserva
con cada deudo que los nombre
nadie cuida esta carne
que ha venido a pudrirse
y desaparecer
hay lobos marinos
y lobos que no
al lobo
retirarle su espuela
no amasar la col de su estiércol
todo lo que comieron aullaba y estallaba
no quedó nada que pudiera alimentar
lo comido no se deja comer
por segunda vez
qué heredará el matadero
cuando seque sus charcos
un carozo sin nombre
allí
donde se escurre el cucharón de las
ánimas
antes de probar
soplar
no vaya a ser que arda roja la lengua
y queme la madera
madurada a palos
hizo falta pólvora y muecas
ojos cerradísimos
oídos bien tapados
llaves perdidas a propósito
en el rincón de todos los castigos
abrieron los criaderos de moscas
y de todo lo que zumba
soltaron la guerra como se suelta
la mano del títere
y la copa del vino
soltaron la guerra como el caracol
se quita el músculo las olas
la guerra calcárea
como una tormenta de arena
como una jalea poblada de pájaros
llenos por dentro y por fuera de jalea
inmóvil
con cáscaras de huevo
hirieron el camino
por querer borrarlo hicieron de él
el límite entre el pez y el agua
allí donde se parapetan
y funden a blanco el mar y el cielo
allí donde se arroja el ramo de la novia
ninguna sirena deja de llorar
abrir en rana el cuerpo flamante
si entrechocan las cañas
dejar que descanse
que palpite lo suficiente
que se crea invencible
no estará visible en los planos
no se apoyará en la montaña
no se hundirá en el mar
ni flotará en el aire
vivir no estará en los planes de nadie
anudar cada punta de cada hilo
antes de pasar
y suturar
*
desaparecerán de nombre propio
pero no de nombre ajeno
callaron lo que hubo que callar
desagraviar la orilla
la vista panorámica de brazos cruzados
y brazos en cruz
salir de los tormentos al precipicio
al aire hecho carne
gravedad y alivio
la astilla está en su lugar
es nido y madriguera
ultraje a cada nervio
implosión de bestia
espesor posado en su único pie
un segundero tirado en la playa
un pedazo de luna de reloj
un cuatro erróneo
en nomenclatura romana
no hay nadie
todo es lejos y cerca
nadie llega tarde
todo es nadie viniendo
nadie de pie
nadie derrumbado
nadie jamás ya nadie
entre peces que se pudren para nadie
nadie en el ojo ni en la mira
no esperar ya a nadie para nada
nadie de cuyo entierro volver
ninguna huella de ningún sonido
nadie que escuche
*
llorará y si levita
ya estará saciado
levantan los boteros sus remos
de un largo encierro
bajo este sol sin mes
todo da a un matadero
la muerte guarda su lugar en la fila
de pie
paciente
hay una muerte también
para el que no piensa hablar
ni decir quién
ni decir cuántos
ni cuándo
ni qué
la muerte no tiene apuro hasta que sí
hasta que llega el médico
el cura
Dios
las muertes sumisas
se alimentan en orden
Pisagua en
aymará
significa tierra
sin agua
Tarapacá
ave que planea
en el calabozo
ya no quedan puertas
ni ventanas
un cóndor vigila
el lente de la cámara
posado en un
dintel
no se espanta
se abre
lentamente
entrega todo su
plumaje desplegado
desafía la
respiración del cristal
el cóndor es inocente
la carroña
no
eviscerar la montaña
sin frenar
el azote del olor
que no se aquiete el desierto
ni se deje coser
que se deshilache
quedarse
hacerse el muerto
y ser descubierto
bautizar cada
larva nieta y bisnieta
incluso
cada nombre picoteado por el chimango
cada nombre devorado
por el pastizal
la ponzoña del hierro en la teta
a la que trepó la flor
hacer tiempo con lo que se inhume
los muertos son tesoros
hacer silencio con lo que se inhume
los muertos hablan
hacer brillar
el filo del oído que socaba
la mandíbula acunada en la escucha
como una caracola
para cazar
agazapar el ojo en la lejanía
el animal no debe detenerse
toda presa aspira a la invisibilidad
responde a cada fuego su pregunta
caprichosa
todo preso aspira a la invisibilidad
en el paredón no hay presas ni presos
no hay cacería en la matanza
la ropa de los muertos se cuelga sin
agua
sin sudor
los pájaros reconocen en la piedra el
paladar
ya se ha levantado y vuelto a caer
el cucú que no sabe la hora
una lengua de mar
entre el acantilado y el cielo
un desmayo diario en la memoria
como enrostrar al jabalí
su pecho ahumado
o al cóndor
su lugar en la heráldica
mostrar al muerto el mural que no lo
nombra
la estatua del verdugo
el silencio aterrado de su pueblo
subirse al ave
tomar del tobillo
el ahogado en su propia sangre
agitar la furia licuada
sin dilación
tomar el eco del que se fue sin delatar
soltar las golondrinas
de los nombres
llenar de biografía
lo que reste
el agua dulce llega en barco
y a lomo de mula
un río de tamarugos
se deja ramonear por los chivatos
el ojo desviado del salar
deriva hasta tocar puerto
por aquí se fue todo el salitre
mientras tuvo valor
el pimpollo detenido en plena fuga
la estrella de mar desmembrada en las
verjas
la médula del pulpo seccionado
la inminencia del chasquido en la
nervadura
la sirena frenética en el remolino
escamas
goznes chirriando acompasadamente
en Pisagua
desperdicio no es basura
cuántos metros medirá
la próxima ola
en qué idioma señala el alarido el
cañadón
en el sedimento azafranado
se lee la biblia del terremoto
la falta de lugar impone orden
brazos que tiemblan temblores de otros
pies que sostienen el sueño de otros
miembros atados a la corriente
dormir como un pez en su cardumen
impedir a toda costa que el llanto
propague la electricidad
las paredes se abren dos veces al día
para que entre y salga lo que falta y
sobra
siete minutos de luz
lluvia
nunca
en el corral de pelícanos
las gargantas transforman en dulce
el agua salada
susurran en la noche
leyendas de Plinio
estos hombres harán con la sangre
hijos peores
las patas atadas
a las balas
todo el peso a la pluma
para que el plomo vuele
letrinas de un pensamiento
recurrente y voraz
como un temblor de tierra
entrever en apnea
al cretino en su ley
la náusea vendrá sola
y mal acompañada
el desierto esconde sus alimañas
en la escala astronómica
botellas arrojadas a un mar seco
que no mueve el mensaje
el lugar se muerde se desgarra
se deglute engorda de sí mismo
trepa por su escala y cae
invisible
nada se ve desde tan alto
el círculo cetrino del rapaz
se pierde entre geoglifos
lesa humanidad
la del muerto
que cada mañana
se levanta
innombrado
a morir durante
todo el día
y seguir
muriendo sin poder ir más allá
sin papeles de
identificación
sólo con lo puesto
inmaculado
por el inaudito
poder de conservación
del clima y de la
sal
la eternidad del
silencio cómplice
y esa
persistencia del morir hora tras hora
siempre en sus
siglos
entre miles y
cientos
*
corralitos de
madera torneada
cunitas ladeadas
por la tempestad
la arena crecida
en altura
la montaña
inminente
Rolling Stones
tumbas regadas
por doquier
para avalanchas vencidos
por la multitud
crustácea
desvencijada
estirpe con más patas que tiempo
mueve las
manecillas y hace la ola
*
llaman cárcel
natural al turquesa
a los barrotes de
la profundidad
al alto de estas
laderas
a la sed
infinita del pie errante
al vino que mana
de la planta
viña que no alberga
nada
que se suspenda
en racimos
salvo los pies
de los hombres
que no pueden
tocar el suelo
volver preciosa la
piedra que pisan
beber el color
de los hijos
correr la suerte
del que pudo
tener
están pisando
hombres
beben
porque mantener
la boca ocupada
ayuda a callar y
da coraje
para amansar la
uva
dejar de ser
hombre y pasar a ser vino
dejar de ser
hombre
y pisar para
hacer
una vez aliviada
la carne
la pudrición es
aún
un modo de
supervivencia
de buscar en la
tierra
raíces
para la hora de comer
ser humano un
tiempo más
antes de la
espalda
antes de la sal
una
interpelación del hueso al aire
una flauta de
pan
el cuatro en números romanos
son tres palitos
pero un cuarto trepa al reloj
con la belleza del error a cuestas
en lo alto de la torre
bajo el campanario
la cara que da a la montaña
no tiene luna ni números ni agujas
sólo un tabique blanco
yermo de tiempo
en las tres caras del reloj
faltan números
pero en todas está intacto
el erróneo
debajo del reloj cuatro ventanas ciegas
dan a un balcón inaccesible
debajo de la torre no hay iglesia
el osario la eleva
como un faro
los caídos en la guerra
los caídos en las huelgas del salitre
los caídos en las dictaduras
la paleontología confunde los estratos
de un palimpsesto solidario
el saco cae en cuerpo roto
poroso
compañero
un corazón de jabón blanco
sólo puede cambiar de forma
con la temperatura
nunca diluirse
sí astillarse
la espuma de jabón circula
por todo el organismo
provee suavidad y estallidos
burbujas trémulas contra los tabiques
túneles y acequias
perlas de moluscos invisibles
un corazón de jabón
suena en sístole y diástole
como una máquina de lavar
tener jabón blanco en las venas
libera del miasma al cuerpo varado
en el cielo en espiral
el agua imposible gira y gira
vendimias de sal
por décadas
sal sólida
viajando en sal diluida
vendimias de madera
por décadas
pino Oregon
para llenar los barcos de regreso
y hacer iglesias
vendimias del mapa
y sismos surcando el mar
de sur a norte
de norte a sur
volviendo todo de papel
en la pasa de uva
hubo vid y todavía queda
en la pasa de hombre
hubo dolor
y
todavía
un mapa más grande que el mundo
un verso que excede el renglón
un precipicio del ancho de un camino
un guarda rail que arruina todas las
fotos
un cuenta kilómetros desmadrado
una torre tan
alta que llega al otro lado
un socavón tan profundo que imita a la
torre
un oído al final
del planeta sordo al rumor
una mirada devuelta a su ojo plano
bajar a la bodega
palparlos a oscuras
estibados en una leve inclinación
aunque el líquido insista en dirección a
la boca
cerrar la ruta a la grosella el arándano
el casis
volver a los aromas terrosos
el final no será fresco ni equilibrado
pero dejará en la pared
una lágrima impecable
reptiles que nacen
del deslizamiento de la espátula
el relieve accidentado del animal
toma la forma del muro
que suelta la piel
extirpar deforma
hay un tiempo para cada tegumento
una curva para cada caricia
el metal no hace diferencias
desprende
descubre
une los territorios de lo pasado y lo
pisado
remueve la capa ordinaria
ovípara
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