Desdémona


NAVEGAR ES PRECISO

Un barco nos parece el objeto cuyo fin es navegar, pero su fin no es navegar: es llegar a un puerto. Nosotros nos encontrábamos navegando sin la idea de qué puerto nos debía acoger. Reproducíamos, en versión dolorosa, la fórmula aventurera de los argonautas: navegar es preciso, vivir no lo es.

[...]

Vivimos todos, en este mundo, a bordo de un navío zarpado de un puerto que desconocemos hacia un puerto que ignoramos; debemos tener los unos con los otros una amabilidad de viaje.

(Fernando Pessoa. Libro del desasosiego)

Alma de acero

(Javier Cófreces)


Lo peor de los fierros
Es que se oxidan
Y la herrumbre avanza
Hacia el interior del metal

Los fierros mueren
De afuera hacia adentro
Como muchas personas
Como muchas almas

Yo creo en las almas
Pero no en la de los muertos
Aunque haya rezado el credo
Que me enseñó el padre Arce

El alma del fierro
Está en la resistencia
El alma de las personas también

En lo que resisten
Hasta quebrarse
Como una varilla del 8
Como un eje
Como un pistón

El fierro aguanta
Hasta que aguanta

Lo mismo que un alma.




Aburrido de tanta soledad el buque Desdémona duerme su sueño de navegante frustrado. En su cuna de arena, la lluvia, el sol y el viento le van corroyendo sin pena ni prisa sus entrañas de hierro rojizo. Atascado en la playa del Cabo San Pablo verá pasar las horas lentas hasta que, tal vez, alguna tarde de alta mar vuelva en forma de chapa a su vida marinera.
Sucedió en una mañana fría del invierno de 1983; un gigantesco buque encallaba en las orillas del Mar Argentino, más precisamente entre las desembocaduras de los ríos Ladrillero y San Pablo, en uno de los rincones más fascinantes de la provincia fueguina.
Tiempo atrás transportaba todo tipo de cargas, aunque con él murieron cientos de bolsas de cemento que en su interior descansan como momias petrificadas. Habitualmente prestaba servicios desde la costa de Campana hasta Tierra del Fuego, pasando por los puertos de Comodoro Rivadavia y Río Gallegos. Se cree Que la encalladura se debió a una fuerte sudestada y a una posterior gran bajante. Sin embargo, según algunos testimonios de los lugareños fue la propia compañía naviera quien ordenó al capitán de la embarcación encallar en las playas australes con el objeto de cobrar el seguro por accidentes.
Desdémona es una palabra de origen griego que se podría interpretar como "desdichada". También fue ese el nombre que le puso Shakespeare a la bella mujer de su obra Otelo; en las páginas del clásico inglés se relata la historia de un amor trágico. Desde el día en que los directivos de Líneas de Navegación Cormorán S.A. bautizaron la embarcación, parecen haberle asignado un destino dramático e ineludible. Atascado ahora en una desolada orilla del sur, tal vez ya haya aceptado con resignación la sentencia del destino.

Tomado de La Nación, edición del 21 de mayo de 2006











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