La amanecida

Publicación digital del Fondo Editorial Rionegrino - 2006


La selva fría, de Ediciones en Danza, es el primer libro de poemas de Silvia Castro. Fue presentado por Alberto Muñoz en Capital Federal y durante el mes octubre lo presenta en la Biblioteca Popular Julio Argentino Roca, de General Roca, ciudad natal de Silvia. Lo que sigue es la entrevista realizada en el programa de radio “Me queda la palabra” en FM Antena Libre, la radio de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Comahue.

Es muy importante esta naturaleza total, la naturaleza virgen y la naturaleza del hombre, esta naturaleza de las cigüeñas del petróleo, y cómo se incorporan en el interior del poeta, retroalimentándose. Hay un ida y vuelta, muy especial, de captar la naturaleza, adentrarla, regarla hacia adentro y después sacarla en poesía. Esa es la poesía de Silvia Castro, nacida en General Roca en 1968, Profesora en Enseñanza Primaria, Bibliotecaria, poeta y fotógrafa, quien reside en Buenos Aires desde 1993.

El libro está dividido en cuatro secciones; explicanos por qué esa organización.

Más que distintos momentos, más que distintos tiempos, son distintos lugares, son extremos de la Patagonia. Pehuén es el norte de Neuquén, Castor es otro triángulo, no el de Neuquén, sino el de Tierra del Fuego, Cigüeñas no habla para nada de las arquetípicas cigüeñas, habla de nuestras cigüeñas, las que sacan el oro de la tierra, y la Selva Fría es el bosque andino patagónico, la selva valdiviana, es un recorrido por la quila y la idea de que quizás los chinos inventaron la Patagonia

¿Por qué le pusiste a tu libro “La selva fría”?

La Patagonia es una selva fría porque es muy abundante; mirá, acá todo es así, no podemos hacer mucho despliegue en la Patagonia porque nos lleva el viento. Somos concentrados, estos textos son como frasquitos de extracto de tomate, vas a poder hacerte unos tucos bárbaros. En la Patagonia somos abundantes, pero en pequeño espacio, porque si no nos lleva el viento.

Jugamos un poco la idea que aparece en un cuento de Borges acerca de la esfera de Pascal, “el universo es una esfera cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna”, que es una idea fascinante y que siempre me remite a mi experiencia con la Patagonia.

¿Cuánto tiempo hace que vivís en Buenos Aires?

Ya hace 12 años. Los patagónicos somos un poco nómades, llevamos la patria adentro pero nos movemos mucho. Siento que no me fui de la Patagonia, que llevo un estandarte allá y que estoy viviendo como patagónica en Buenos Aires, tomando de la Capital sus jarrones chinos y trayéndolos acá y mostrándolos, y volviendo a ir y mostrando nuestros jarrones chinos, haciendo como una tarea de embajadora.

¿No aparece lo urbano en tu poesía?

Es algo muy llamativo, porque es una poesía que remite a la Patagonia o es una poesía muy universal que va más allá del determinismo geográfico. No hay una impronta de lo urbano en mi poesía, es muy puertas adentro.

¿Cuáles son tus influencias?

Me gustan mucho los ensayistas, últimamente estoy leyendo mucho a John Berger. Me gusta mucho tener influencias extrapoéticas para escribir. De todos modos la poesía me fascina, me embriago mucho con poetas, me gusta leer a Eugenio Montale, Auden, Brodsky, Beckett. Y también me gusta Masliah, me gustan los poetas que van muy adentro del lenguaje como Cummings. La influencia para escribir viene de todas partes.

¿Cómo repercute en tu poesía tu otra pasión, la fotografía?

En fotografía trabajo mucho en plano detalle, un acercamiento a los objetos que producen extrañamiento y trato de trabajar el interior y el exterior de las cosas, soy muy conceptual y eso también sucede en la poesía, un acercamiento muy profundo a los objetos y muy exhaustivo. Ese es mi plan de trabajo.

¿Para vos escribir es un trabajo?

Qué connota la palabra trabajo. A mí me connota un compromiso, una responsabilidad que tengo conmigo y con la cultura de mi época, una sistematicidad, un plan y un servicio que estoy brindando también. El trabajo también es servicio. Escribir es mi tercer trabajo. Yo soy bibliotecaria, docente y escritora, así que cuando llego a casa a las seis dejo mis profesiones atrás y me dedico a escribir.

Yo creo que el estereotipo del poeta existe y a veces recibís el dictado de un poema, sentís que estás escribiendo con la puntita de los dedos. Es maravillosa esa experiencia pero también hay oficio. Esas puntas de los dedos son nuestras antenitas, escribimos con eso, pero también con profundo trabajo, yo a veces estoy hora y media delante de un reglón, pensando. Yo escribo así, mirando tres líneas durante horas. Es muy linda la tarea de escribir, es un oficio en el que tenemos como un don que nos han provisto, yo siento que hay un sentimiento de conexión con algo.

Contanos cómo es la forma en la que trabajás con Alberto Muñoz.

Mi maestro es Alberto Muñoz que es músico, dramaturgo y poeta y que tiene toda una trayectoria. También es guionista de televisión y tiene mucho reconocimiento en Buenos Aires. Si bien en general, el reconocimiento de gente como él y de los poetas es algo muy reducido. Y ya hace cuatro años que estamos trabajando juntos, nos encontramos una vez por semana y por lo general o leemos juntos, obra de él, obra mía o leemos un autor, y empezamos a estudiarlo y a compartirlo. Es muy buena la experiencia de encontrar al maestro en la vida. Para el artista es algo que recomiendo. He hecho la experiencia de participar en talleres literarios grupales en mi juventud pero para mí fue muy significativo, fue como una bisagra en mi trabajo de escritura encontrarme con un maestro, con una persona que me está brindando su bagaje de experiencia y su rol como lector también.

“Hace unos cuantos años, en uno de los tantos libros que hizo Jorge Luis Borges, enumera cuáles son las tres suertes que puede sufrir un libro de versos. La primera es que se la lleve el olvido. La segunda es que su poemario represente una viva imagen de quien lo ha concebido. Y la tercera, otorgarle algunas piezas a una antología.

En el caso de Silvia, la segunda. Es decir, La Selva Fría da una imagen certera de quién concibió, organizó, diseñó y plasmó esta obra.

A ustedes que la conocen, y los que no la conocen, es importante decirles que aparte de ser poeta, Silvia es fotógrafa. Es decir, trabaja con las lentes. Y así como decíamos que su imagen está representada en esos poemas, en el libro aparece una mirada, una observación muy particular de la Patagonia, y que si bien el tema es la Patagonia, el paisaje no aparece en su totalidad sino como una armonía entre secuencias calcadas del viento de la Patagonia, o de ese estado en ese paisaje de inmovilidad, y particularmente de la inmovilidad callada. Y ahí es que ustedes observarán en el libro la brevedad de los textos, ella pudo, con su ojo, observar la naciente y la muerte de las cosas, de una manera muy breve, porque así lo ha concebido en su vivencia en la Patagonia. Cualquiera que conozca la Patagonia, va a sentir claramente esa misma relación, de lo inmóvil y de lo inmóvil callado y que hay varios universos expresándose”.

Alberto Muñoz

Fragmento de la charla de Alberto Muñoz, en la presentación en Buenos Aires, en la SEA. Sociedad de Escritoras y Escritores Argentinos, el día 28 de Septiembre de 2006.

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