Lo visible real


Jean Baudrillard

Fragmento de El pacto de lucidez o la inteligencia del Mal


“Es contra este mundo que ha llegado a ser enteramente operacional que la negación y la desaprobación de la realidad se desarrollan realmente. Si el mundo ha ser tomado como totalidad, debe ser rechazado como totalidad, de la manera en que el cuerpo rechaza un elemento extranjero. No hay otra solución. Gracias a una forma del instinto, a una reacción vital podemos alzarnos contra esta inmersión en un mundo perfeccionado, en el “Reino del Cielo” donde la vida real se sacrifica a la hiper realización de todas estas posibilidades, a su funcionamiento máximo de la misma forma que la especie humana se sacrifica a su perfección genética. Nuestra reacción negativa resulta de nuestra hipersensibilidad a las condiciones ideales de la vida que se nos ofrecen. Esta realidad perfecta, a la cual estamos sacrificando cada ilusión, es, por supuesto, una realidad fantasma. Pertenece a otro mundo. Si la realidad y la verdad fueran sujetadas a un detector de mentiras, confesarían que no creen en esta realidad perfecta. La realidad ha desaparecido, pero estamos sufriendo como si todavía existiera. Somos como Ahab en Moby Dick: “Si siento el dolor en mi pierna, aunque ya no exista, qué puede asegurarme que usted no sufrirá de los tormentos del infierno incluso después su muerte?”
No hay nada metafórico en este sacrificio. Es más que una operación quirúrgica, que nos proporciona una cierta clase de auto disfrute: Como Benjamin dijo: La “humanidad que, hace tiempo, con Homero, era un objeto de la contemplación para dioses olímpicos, ahora se ha convertido en su propio objeto de la contemplación. Su enajenación es tal que ahora está experimentando su propia destrucción como sensación estética de primer orden.” La autodestrucción es de hecho una de las opciones que nos son ofrecidas. Es una opción excepcional que plantea un desafío para las restantes. El centrarse en una realidad perfectamente integrada nos limita para abarcar muchas formas de exclusión, de los mundos excéntricos o paralelos, no sólo marginales o periféricos como existen en sociedades tradicionales, sino los mundos que se encuentran disociados claramente en la misma base de esta integración total. La homogeneidad y la misma coherencia de la vida, por tal motivo, nos están apagando. Lo que se aplica al lo real se aplica al social: un día todo será social, todo será real pero no estaremos allí más. Estaremos a otra parte. Todo será social y disociado. Las vidas dobles, los mundos paralelos serán nuestro sino negativo y feliz. Nos liberarán de la presión de lo real. ¿No están todas las funciones - el cuerpo, lo real, el sexo, la muerte - destinadas a sobrevivir como mundos paralelos, como particularidades autónomas, disociadas totalmente del mundo dominante?”

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