Por Hugo García Saritzu
(Previo. Personal e intransferible: agradecer
la dedicatoria desde esta sobrevivencia)
(Teórica I.
Hay lecturas ingenuas, caóticas y que varan siempre en las purezas impresionistas.
Hay lecturas funanbulistas que van de las dudas a las preguntas sin abandonar
ninguna de las dos. Y después están las terceras lecturas que, integran parte
de las anteriores, pero se mueven con pies de plomo -no les interesa que el
texto se le escape de las manos-, toman distancias, comparan palabras, versos,
poemas, persiguen la poética que soporta y rige un texto hasta dar con sus epifanías.
Son las que desarman y vuelven armar
según manda el padre Hegel: tesis >antítesis >síntesis.
Todas las lecturas interesan, pero con las
terceras lecturas empieza todo…o no).
Después
de la Tercera Lectura (1.Andante e staccato)
El Cementerio de Pisagua. No siempre la
accidentalidad editorial convierte un acierto semiótico en pauta literaria. La
tapa-portada de Pisagua es una
fotografía del Cementerio de Pisagua. Un cementerio, más allá del rito que lo
justifica, acostumbra a ser un testimonio fiable del devenir de una ciudad. A
través del cementerio se puede acotar una forma de interrogar la o las
memoria/s de una Historia y sus intrahistorias, por supuesto. En Pisagua el
cementerio define la ciudad. La tapa-portada
de Pisagua anuncia lo que vendrá.
Siempre he pensado que la palabra va más allá
de lo que valen mil imágenes. La fotografía del cementerio de Pisagua se queda
a mitad de foco cuando entra en relación con el poema de la contratapa: un
campo de concentración no es un lugar / es todo lo que se puede morir estando
vivo/ todo lo que se puede vivir estando muerto. Sin concesiones. Tres
versos para centralizar no sólo el tema de la muerte, sino, sobre todo, el de
“el muerto en vida”, algo que ya aparecía explícito en Puelches. Sin embargo, aquello
que allá no dejaba de ser el apunte de una forma de derrotas individuales se
vuelve ahora evidencia de la tragedia del terrorismo de Estado. Si la fotografía
del cementerio da una pauta, sólo una, de la historia de Pisagua, los tres
versos de la contratapa, le otorgan a la voz poética un relato, sólo uno, de la
historia contemporánea de Pisagua. Tres versos que desenfocan una fotografía.
Tres versos sin concesiones.
Después
de la Tercera Lectura (2. Adagio molto adagio)
(Teórica
II. Leer la primera página y la última y así convertir la lectura en una tarea
de incierta fortuna: descifrar la caja negra que contiene el texto. Una
estrategia tan didáctica como especulativa que fundamenta su éxito en la
narrativa y que supone, también, una práctica nada desdeñable para “bajar a
tierra” el concepto de horizonte de expectativas. Ahora bien, dicha estrategia ¿es
pertinente para la lectura de un poemario? Pienso que paga la pena intentarlo. No
es arbitraria ni gratuita la lógica que ordena los poemas, antes bien,
condiciona la voz de la voz poética y determina un sistema de conceptos y
categorías: “su” ideología. La
“caja negra” de un texto poético se descifra siempre después de la tercera
lectura)
I.I. Pisagua.
La caja negra de Pisagua. El primer poema. El silencio: Rolling Stones / gritos sin público
// una canción no cuenta nada / a nadie”. La ausencia revela el negativo
del silencio. El cementerio: “un ta te ti / de cruces / sin círculos”.
La muerte, la única que decide cómo completar línea y vuelve en negro el
“suerte para mí": "todos
perdieron / el cuerpo / aquí”. Perder el cuerpo, quedar como ánimas en pena.
Sin embargo, lo que sorprende es el posicionamiento de la voz poética respecto
del adverbio. Ese “aquí” puede ser el cementerio, puede ser el campo de
concentración o el presente de la ciudad. Y todo seguirá siendo el “ta te ti” de
Pisagua.
Pisagua. La caja negra
de Pisagua. El último poema. El
palimpsesto. (Paradoja: un palimpsesto convierte en simultáneo aquello que se
fraguó en tiempo sucesivo). Una espátula como referente objetivo: su deslizamiento
sobre la pared y el nacimiento de
reptiles : el relieve accidentado del
animal / toma la forma del muro / que suelta la piel” y, ese metal que no hace diferencia, deriva en
tres versos tan decisivos y decisorios como los del final del primer poema: “(el metal) // une los territorios de lo pasado y lo
pisado / remueve la capa ordinaria / ovípara”. Unir lo pasado y lo pisado. Hasta aquí, el
palimpsesto podría remitir a la memoria de la pared, pero todo cambia si se
relaciona el primer verso reptiles que
nacen” y el último verso (remueve la
capa ordinaria)/ ovípara. Entre el primer verso y el último, aquello que la
espátula descubre /desprende ¿ha devenido
en huevo de serpiente? ¿El orden lógico del texto poético, su ideología o la
voz de la voz poética son parte del cifrado del palimpsesto?.
I.II. Pisagua.
“La caja negra” de Pisagua. De forma
un tanto “rayuelesca", comienzo la
tercera lectura con el poema de la
página 28. Un texto que pivota sobre dos ejes concretos y diferentes, pero no
paralelos. UNO. La lectura de las horas en la Torre campanario de Pisagua acusa
una anomalía formal: un pedazo de luna de
reloj / un cuatro erróneo / en nomenclatura romana. La Torre, entre
otras cosas, conmemora la victoria chilena en la Guerra del Pacífico (Pisagua
dejará de ser peruana para ser chilena). Una ciudad que muere y renace a través
de una fractura temporal (si se admite que toda guerra ya supone de por sí una fractura
histórica). Una ciudad que mide sus
horas con un reloj roto y mal escrito. Todo ello deja de ser una anécdota y
deviene en un ícono que define la circunstancia y la Historia de Pisagua. DOS. La otra parte del poema, mucho más
extensa, incide en un tema ya esbozado en el primer poema: la relación ausencia
y silencio. La anáfora en “nadie” marca un ritmo rotundo: (¿Tocata y Fuga de
Bach?). Técnicamente es una anáfora con
lítote derivada. Un ritmo inapelable. La contingencia muta a desolación. Un
ritmo que deja al aire los huesos de una ciudad muerta: no esperar ya a nadie para nada
/ nadie de cuyo entierro volver. El error del reloj contagia la
conciencia sesgada del paso del tiempo. Pero a nadie le importa.
I.III. Pisagua.
La Rayuela de Pisagua. 52 poemas y dos planos sobre los que se
desplaza y trabaja la voz poética.
UNO. El plano de la temporalidad
sucesiva y referencial, cortada al bies para configurar el devenir de la ciudad.
Los cortes, con no poca frecuencia, suelen componerse en dípticos. Tres
ejemplos: 1) La Guerra del Pacífico:
hizo falta pólvora y muecas (pag.22) soltaron los criaderos de moscas (..) / soltaron la guerra como se suelta / la mano
del títere (pag. 23). 2) El cóndor. Su doble condición de ave
majestuosa y buitre (pags. 31 y 32). El primero de los dos poemas me interesa,
además, porque deja expuesto aquello que entiendo como un “corte al bies”. Se inicia
con el significado de los nombres: Pisagua en aymará / significa tierra sin
agua / Tarapacá / ave que planea, se pasa luego al eje del poema: un
cóndor, detenido sobre el dintel de la ventana de un calabozo en ruinas, vigila el lente de la cámara, exhibe su majestuosidad y desafía la respiración del cristal.
Pisagua aymara> Pisagua cárcel >Pisagua ruina de la cárcel> Cóndor sintetizador temporal
–pasado y presente- > cóndor que
introduce la síntesis de Pisagua en una cámara fotográfica >cámara fotográfica =
presente de la voz poética. 3). La Torre-Campanario de Pisagua, págs.
52-53. Un comienzo común: El error: El
cuatro en números romanos /son tres palitos / pero un cuarto trepa al reloj/
con la belleza del error a cuestas” (pág52); en las tres caras del reloj / faltan números / pero en todas está
intacto / el erróneo (pág 53). En el primero la voz poética recorre el
exterior de la Torre: una de las cuatro paredes es ciega, y concluye: sólo un tabique blanco /yermo de tiempo” –dos
versos que justifican todo el poema-. No menos extraordinario, por cierto, es
el remate del otro: debajo de la torre no
hay iglesia / el osario la eleva / como un faro. ¿Los huesos entreverados
de los muertos se ocupan de contar las horas en el reloj fallado de la Torre de
Pisagua’?
Segunda Rayuela de Pisagua. UNO: A
diferencia de lo que sucedía en “Puelches”,
la voz poética se prodiga poco en
distancias irónicas (pág .39): el agua dulce llega en barco” y por el
mismo puerto: por aquí se fue el salitre
/mientras tuvo valor. (pág 56): los
barcos que se llevan el salitre regresan con: pino Oregón / para llenar los barcos de regreso / y hacer iglesias. Pingües
beneficios para aquel que mandaba talar pinos en Oregón y para la Iglesia! DOS: Eternidad de Terremotos-Tsunamis (pág. 41): “en el sedimento azafranado / se lee la biblia del terremoto”. TRES. El cementerio. Tema recurrente en
casi todo el texto, pero con un problema añadido: la voz poética se mueve con
el inevitable lastre fotográfico, sin embargo destaco, nuevamente en forma de
díptico, el poema de (pág. 47): corralitos de madera torneada /(…)/
desvencijada estirpe con más patas que tiempo / mueve las manecillas y hace la
ola y, no exento de amarga ironía, el de (pág. 46): y esa persistencia
del morir hora tras hora / siempre en sus siglos / entre miles y cientos”. Pisagua
tiene menos habitantes que muertos.
DOS. Tercera Rayuela de Pisagua. El presente. El desgarro. La
voz poética desplaza el presente a través de dos variables: 1) el presente de
la memoria y 2) el presente inmediato. Dos variables temporales que se
interfieren por extenso, pero que, a la vez configuran un tema general: la
muerte y otro específico y central: el
muerto en vida.
(Apunte. (…) // Más allá del azar y de la
muerte / Duran y cada cual tiene su historia / Pero todo esto ocurre en esta
suerte / De cuarta dimensión, que es la memoria” (Borges dixit, Adrogué-.
La simultaneidad temporal no deja de ser
el pacto retórico de la memoria. O dicho de otra forma, el presente de la
memoria siempre falseará el presente sucesivo).
II.I. Rayuela de Pisagua. Retórica de la memoria. Cinco poemas. El
muerto en vida y el presente de la voz poética. Uno (pág.44):
letrinas de un pensamiento / recurrente y voraz / como un temblor de tierra.
No es el mejor poema del texto, pero es un poema necesario porque plantea la
legitimidad de la tortura y del torturador entrever
en apnea / al cretino en su ley. Dos.
(pág.42 ): la falta de lugar impone
orden. La cotidianidad de la celda.
El hacinamiento. Los cuerpos después de la tortura. las paredes se abren dos veces al día / para que entre y salga lo que
falta y sobra // siete minutos de luz lluvia /nunca”. Muertos en vida. Ligazón y alcance de letrinas de un pensamiento. (Y un verso extraordinario que resiste la
descontextualización “dormir como un pez
en su cardumen”). Tres (pág. 50): La tortura. (Se sabe
que una de las torturas consistía en tender una cantidad de presos sobre la
arena de Pisagua y sobre ellos caminaban o corrían soldados y torturadores y se
penalizaba el desequilibrio o la caída):están
pisando hombres // beben / porque mantener la boca ocupada / ayuda a callar y
da coraje / para amansar la uva”. (El tema
se articula en díptico con el poema de pág 49). Muertos en vida. Ligazón
y alcance de “letrinas de un pensamiento”. Cuatro.
(pag.11) un
campo de concentración no es un lugar. Sin duda, uno de los mejores poemas
de todo el texto, no sólo porque acota el tema del muerto en vida o la
legitimidad de la tortura y el exterminio, sino por la elegancia retórica que
le da la síntesis de sus tres versos y por la voz inapelable que asume la
sentencia de la voz poética. Cinco. (pág
34): (Tanto este poema como el de pág 14 refieren el hallazgo, en 1990, de
una fosa común en Pisagua con los restos de 20
muertos fusilados). La memoria abandona su presente y se desvela ante el tiempo sucesivo. Todo gira y se
centraliza en el uso del verbo “inhumar”
y en un brevísimo contrapunto: hacer
tiempo con lo que inhume / los muertos son tesoros // hacer silencio con lo que
inhume / los muertos hablan. La verdad que se acuña alrededor de “letrina de
un pensamiento” entra crisis ante la verdad que trasciende el presente de la
memoria –de ahí el contrapunto inevitable. Un poema que, además, será alcanzado
por el verso de otro poema todo lo que se
puede vivir estando muerto.
II.II Rayuela de Pisagua.
Desgarro del presente inmediato. Silencio por ausencia. Lectura falsa de las
horas y el tiempo en fractura y falla. El presente como instancia retórica o
como régimen de la voz poética remite a
la muerte o al muerto en vida, pero esta vez en sentido contrario al presente
de la memoria. O, lo que es lo mismo, los dos temas no los implica “letrinas de
un pensamiento”, sino el espacio. En Pisagua el espacio es el presente.
Es casi obligado
volver al primer poema y sus tres versos finales: todos perdieron / el cuerpo / aquí. Tres poemas después, la muerte
y el “aquí" se concretan: (pág.12)
(…) // los muertos habitan el lado
subterráneo / de los dueños / la tierra es de otros / en Pisagua sólo se está
enterrado”. Muerte y muerto en vida.
Y para despejar incógnitas, el poema que le sigue aúna, no sólo la fractura
temporal: un reloj roto en la caleta,
sino que configura el “aquí”: aquí no se
envejece / la muerte es prematura” (…)/ no se salva de sí misma / sigue
creciendo / con buenos padres”. Así mismo, se puede relacionar este poema con los dos versos
finales del de ( pág 30) : las muertes sumisas /se alimentan en orden”. El espacio es el presente.
Pisagua (pág.15) dispongan
los ranchos / el calor que deba hacer / y el calor que no deba. La marca
temporal sucesiva se relativiza: “los ranchos” marcan el tiempo. El espacio es
el presente. Y en la estrofa siguiente remata el tema: que no se pasen los vivos de hervor / y que los peces den / de comer a
sus hijos. Los “ranchos” marcan la pauta
de lo que sucede con los “vivos” y con la Pisagua de ahí fuera. (se complementa
con el poema de pág 16). Finalmente,
en el poema de pág 37, se esboza el presente
del palimpsesto: (..) // mostrar al
muerto el mural que no lo nombra / la estatua del verdugo / el silencio
aterrado de su pueblo”. El presente trasciende Pisagua, deja de ser espacio
para ser categoría: el presente histórico observa a la serpiente en su huevo.
II.III. Cerrar la “caja
negra” de Pisagua y cerrar la
rayuela trazada: ninguna huella de ningún
sonido / nadie que escuche. Los dos versos finales del poema con el que
comenzó todo. Cerrar la “caja negra” de Pisagua. No es fácil. Es evidente que aún adeudo
más poema de los que quisiera, pero, de momento, he echar el candado
aquí.
Después
de la tercera lectura (3. Finale alla breve)
Pisagua no fue Manaos, pero se le pareció
mucho, tampoco es Comala, pero se le parece. ¿Pisagua y el río Congo? El último
capítulo de El Corazón de las Tinieblas
gira alrededor de las palabras de agonía de Kurtz: “¡Ah, el horror! ¡El
Horror!”. Conrad le hace “suspirar” aquellas palabras. Kurtz ha conocido “el
horror”, no lo ha padecido, ha sido su ejecutor. Kurtz llega a la muerte
seducido por “el horror”. A pesar de las alegorías –ciertas y buscadas por
Conrad-, aquel “horror” no es aún la barbarie. Sin embargo hay un adelanto:
Kurtz y su informe denominado: “Supresión de las Costumbres Salvajes” con un
post- scriptum: “Exterminad a todos estos salvajes”. La sistematización del
horror distingue a Pisagua de “El reino de Kurtz”. Aquello es ficción, Pisagua fue
un campo de concentración y exterminio como Auschwitz, la ESMA o Guatánamo. El
huevo vela la espera nonata de la serpiente.
La espátula se
ha detenido. La voz poética de Pisagua
reconstruye la memoria del horror. Los dos planos del palimpsesto se
interfieren y se superponen. Sobre las veladuras rasgadas de la muerte y la
guerra, las horas contadas en falsos relojes, en fallas tectónicas o “en lo que
dispongan los ranchos”, contrasta el plano de la cárcel, el campo de
concentración y la tortura. Sólo hay un punto en común: el muerto en vida, bien
como símbolo de la barbarie del terrorismo de Estado o bien como realidad contingente
y constante porque “en Pisagua / sólo se
está enterrado”.
La espátula deja
la pared. La pared, ahora, espera la mano de la cal y el añil.
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